Valdés, la reforma de pensiones y la estrechez fiscal
Luis Larraín Director ejecutivo de Libertad y Desarrollo
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Luis Larraín
El ex ministro de Hacienda Rodrigo Valdés ha criticado al gobierno porque dice que la situación fiscal es estrecha y, aun así, va a gastar US$ 3.500 millones en la reforma al sistema de pensiones. Lo que Valdés no dice es que uno de los principales responsables de que la situación fiscal sea estrecha es él, como uno de los ministros de Hacienda del segundo gobierno de Michelle Bachelet, la administración que ha tenido el peor crecimiento económico y que ha gastado más recursos fiscales en los últimos 30 años.
De hecho, el incremento de la deuda de Chile hacia finales de ese gobierno —necesaria para financiar el déficit fiscal— llevó a los clasificadores internacionales de riesgo a rebajar el rating crediticio de nuestro país, lo que impacta directamente en el costo del financiamiento de proyectos de inversión.
Ha dicho también Valdés que “la apertura de este proyecto es con mucha plata. Cuando se miran las holguras que vienen hacia adelante, hay que ver si alcanza, y si es que la boleta electrónica no recaudara lo que dice que recauda, estamos en problemas”. Lo que no dice el ex ministro es que durante su gestión las holguras presupuestarias eran negativas, según informaba la Dipres. Ahora, en cambio, son positivas, y claro, si no se cumplen las proyecciones de recaudación de la boleta electrónica, realizadas por los organismos técnicos pertinentes e incluidas en el Informe Financiero del proyecto de reforma a las pensiones, la situación será más estrecha, eso es tautológico. Recordemos que durante la gestión del ministro Valdés no se cumplieron las proyecciones de déficit fiscal, ni efectivas, ni estructurales en el caso del último año.
Pero el ex ministro tampoco dice que la reforma de pensiones es el principal componente del gasto adicional del programa de gobierno de Sebastián Piñera, lo que se sabe desde antes de la elección. Así como la Presidenta Bachelet decidió que el principal gasto de su gobierno sería en educación, y en particular para favorecer a los alumnos universitarios, el Presidente Piñera decidió que su prioridad de gasto iban a ser los 1,5 millones de jubilados del Pilar Solidario, a los que agregan cerca de 500.000 más de pensionados de clase media y mujeres. Son opciones legítimas, distintas prioridades de política pública y cada gobierno debe procurar sacar adelante la suya.
Lo que Rodrigo Valdés no puede pretender es que porque su gobierno gastó mucho, el que lo sucede no puede gastar lo necesario para cumplir su programa. Las credenciales de austeridad fiscal que él pretende negar a la cartera dirigida por el ministro Felipe Larraín se ganan en el ejercicio del cargo. No corresponde que a priori se dude de la capacidad de un equipo que hasta ahora exhibe una trayectoria impecable en esa materia.
Nicolás Eyzaguirre, otro ex ministro de la Presidenta Bachelet, ha salido también a apoyar a Valdés en esta crítica. Se comprende: algo de solidaridad debe mostrar quien ideó cómo gastar la mayoría de los recursos durante ese gobierno y participó también en una reforma tributaria que no solamente incidió en la caída del crecimiento económico durante todo el período, sino que además no recaudó lo que prometía, colaborando al déficit fiscal del gobierno de Bachelet que pesa en el registro de Rodrigo Valdés.
Extraña la austeridad tardía de Valdés y Eyzaguirre, que es austeridad de otros y no propia. Más bien parece que a Rodrigo Valdés no le gusta el proyecto de reforma del Presidente Piñera, que es sustancialmente distinto al que él elaboró y presentó al Congreso en las postrimerías del gobierno pasado.